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Abuelo encontré tu bicicleta

En esta ocasión como en tantas otras, el fútbol se mezcla con la historia.
En el verano de 1988, se celebra en tierras alemanas la Eurocopa de fútbol. Avanzan con paso firme hasta una de las semifinales, la selección anfitriona y favorita, Alemania, y la emergente Holanda, con figuras de la talla de Van Basten, Gullit o Ronald Koeman.
Desde los primeros compases del encuentro, se hace oír un ruido desde la poblada grada “orange”.
Devolvednos nuestras bicicletas!!!
Lo que en un principio parecía un cántico futbolero mas, sobre todo para los hinchas mas jóvenes que poblaban la grada del Volksparkstadion de Hamburgo, para los aficionados holandeses de mas edad traía consigo una serie de recuerdos funestos.
El 10 de mayo de 1940, el ejercito nazi, en su afán de llegar hasta Francia, se plantea seriamente la invasión de los Países Bajos.
La ciudad de Rotterdam es contundentemente bombardeada. Al gobierno holandés, tras unas precarias medidas de contención, apenas le quedan recursos ni fuerzas de repeler con garantías el ataque alemán. Con un ejercito sin preparación y un armamento obsoleto, hacen recapitular y rendirse al país en apenas una semana.
Los nazis vieron claro una vez asentados en la ocupacion del país , su primer paso a dar, requisar todas las bicicletas posibles. Con una producción anual de cerca del medio millón, los holandeses hacían de este vehículo en muchos casos su modo de vida, fundamental para su economía y único medio de transporte.
Aunque el papel de estas no era tan importante como en  la primera guerra mundial, tenían aun su trascendencia en el frente. Asumiendo labores de correo, espionaje o transporte de armamento debido a la falta de combustible hacia el final de la contienda. Los ciudadanos de las grandes ciudades tales como Rotterdam, Amsterdam o Utrecht, debían llevar sus bicicletas a las estaciones de tren para ser trasladadas al frente, con el consiguiente menoscabo en una población ya de por si duramente golpeada por los bombardeos y la ocupación nazi.
En aquel momento aquello se vendió por parte alemana como un préstamo a las fuerzas invasoras, pero las bicicletas nunca fueron devueltas a sus dueños. Hubo en esa época un eslogan de guerra muy famoso alemán  que decía
Raeder muessen rollen fuer den sieg (las ruedas giraran hacia la victoria)
Casi cincuenta años después, en el 1988, Holanda si tenía un “ejercito” sobradamente preparado para combatir al enemigo germano. Y así, Ronald Koeman de penalti y mas tarde Marco Van Basten, dieron la vuelta a un partido que se había puesto cuesta arriba después del gol de la estrella germana Lottar Matthaus.
Días después la selección tulipán levanto el título derrotando a la Unión Soviética en la gran final (su primer gran título). Aquella noche tras el partido contra los alemanes fue una gran fiesta, una liberación, como si la historia pagara una deuda con todos los holandeses.
La mañana siguiente la ciudad  de Hamburgo  que albergo aquella semifinal histórica, amaneció llena de pintadas celebrando el triunfo naranja. Entre todas había una que destacaba entra las demás:
Abuelo encontré tu bicicleta

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