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El «gol» de Leivinha

A comienzos del verano del ’75, el Atlético buscaba hacer dos fichajes para ocupar sus plazas de extranjeros. Los argentinos Ayala y Heredia aguardaban su inminente nacionalización, lo cual abría al club la posibilidad de fichar.

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El central portugués del Sporting de Lisboa Carlos Alinho y el delantero brasileño Jorge Luis Sena, fueron los elegidos por el club del Manzanares. El primero ni siquiera pasa las pruebas médicas, el segundo llega a disputar algún encuentro de pretemporada pero no acaba de agradar al entrenador colchonero, Luis Aragonés.
Comienzan las prisas en la secretaría técnica rojiblanca por la proximidad del inicio del campeonato. Se prueba con otro central brasileño, el desconocido Ivo. Tiene sus primeros minutos en el partido homenaje al portero Rodri, pero tampoco convence a Luis. El inicio de la liga apremia y el Atlético realiza una operación sorprendente, consigue contratar de una tacada a dos de las grandes estrellas del fútbol brasileño de aquel momento, el central Luiz Pereira y al delantero Leivinha, ambos procedentes del Palmeiras, que acababa de alzarse días antes con el prestigioso torneo veraniego Ramón de Carranza, ganando en la final al todopoderoso Real Madrid por 3—1 con un gol de Leivinha.
Hasta la 4a jornada no pueden debutar, pero la espera merece la pena. Visita el feudo rojiblanco la UD Salamanca que se lleva un 4—1 contundente. Los dos jugadores cuajan un buen partido, pero el delantero rubio lo borda, tres veces recoge el balón el portero argentino D’Alessandro del fondo de la red con el consiguiente delirio del aficionado del aficionado atlético.
En la jornada 22 el Atlético Madrileño recibe a su homónimo bilbaíno. El equipo madrileño pelea en la cabeza de la tabla con Real Madrid y FC Barcelona. Aquella tarde del 15 de Febrero de 1976, el entrenador rojiblanco madrileño pone en liza el siguiente once: Reina; Laguna, Eusebio, Pereira y Capón en defensa; Leal, Alberto y Salcedo en el medio del campo y Leivinha, Gárate y Ayala en punta. Por contra, su colega vasco Koldo Aguirre alinea a Iríbar; Lasa, Goikoetxea, Astrain, Escalza, Oñaderra, Irureta, Rojo II, Dani, Amorrortu y Vidal. Corre el minuto 16 de la primera parte, córner a favor de los madrileños, el balón cruza el área bilbaína e Iríbar de un salto lo atrapa y lo baja al suelo. Lo bota tranquillo, deja que los jugadores propios y rivales abandonen lentamente el área, todos menos uno, el más listo, Leivinha, que se queda agazapado, inerte junto a la línea de fondo. El portero vasco suelta el balón y lo hace rodar suavemente sobre el área para golpearlo lejos en busca de reanudar el juego. En éstas el delantero brasileño, irrumpe por detrás del Chopo Iríbar robandole el balón y haciendo gol ante el estupor del guardameta y la locura de la parroquia colchonera.
Al día siguiente todos los periódicos se hicieron eco de la pilleria del brasileño. Durante su periplo como rojiblanco (1975—1979) muchos aficionados recuerdan sus maravillosos regates, otros sus bicicletas, hasta entonces nunca vistas en la liga española, algunos sus majestuosos remates de cabeza, pero lo que siempre recordarán todos a orillas del Manzanares fue aquel gol de pillo al mítico Iríbar.

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